Rosa García Toldrà
Sin duda alguna, uno de los mayores tabús de todos los tiempos es el abuso sexual infantil, una realidad que nos negamos a ver. Nos negamos a reconocer a las víctimas como tales, acusándolas de propiciar y permitir el abuso y lo que es más horrible todavía, defendemos la honorabilidad del abusador con razonamientos que inducen a presentarlo como la víctima. Todos los días nos encontramos con noticias sobre niños y niñas que sufren abusos dentro de su propia familia y con jueces que no les creen o que, a pesar de creerlos, les obligan a pasar tiempo con el progenitor abusador, con el razonamiento de la importancia de los lazos familiares y afectivos. No son hechos aislados.
El pasado día 19 de noviembre, participé en un acto que consistió en llevar a un grupo de diputados del Parlament de Catalunya, la petición de la NO prescripción de los delitos de abusos sexuales a la infancia. También pedimos la revisión de los protocolos de actuación ante la sospecha o certeza del abuso, puesto que los actuales son una auténtica carrera de obstáculos, que parecen diseñados para impedir ayudar al niño/niña. En la petición también se reclama que en las universidades se den clases para formar a los futuros profesionales sobre el abuso sexual infantil. No es comprensible que durante toda la carrera de psicología no haya ninguna asignatura sobre este tema, a pesar de que la estadística dice que una de cada cinco personas ha sufrido algún tipo de abuso sexual antes de los 18 años.
La primera sentencia contra abusos a una menor fue la de Mary Ellen Wilson, en el año 1874 en Nueva York. Hasta entonces, los niños y niñas se consideraban propiedad privada de los padres y éstos podían hacer lo que quisieran con ellos. De hecho, la asistenta social encargada del caso utilizó una argucia legal para poder liberar a la niña. Creo que es importante explicar esta historia, para exponer que no es cierto que en el pasado los abusos no existieran o fueran hechos aislados. Lo que ocurría es que se tapaba con silencio.
Actualmente las personas que han sufrido abusos se denominan a sí mismas bajo las siglas ASI, puesto que corresponden al acrónimo en inglés de Superviviente Abuso Infantil.
La mejor forma de proteger a un niño/niña, es respetándole cuando se niega a dar un beso, un abrazo o cualquier otra muestra de afecto, tanto a personas familiares como a desconocidos. Puesto que, al respetar su NO, él aprende que su cuerpo le pertenece y que los demás deben respetar su decisión. Es un acto de empoderamiento y le ayuda a valorar de su propio cuerpo. Voy a recomendaros un par de cuentos: Ni un besito a la fuerza de Marion Mebes y ¡Estela, grita muy fuerte! de Isabel Olid. He de comentar que la persona que escribió Estela grita muy fuerte, lo hizo basándose en su propia experiencia.
Ilustración de Martina Vanda para el libro ¡Estela, grita muy fuerte!
Infancia Rota de Documentos TV fue el primer documental emitido en la televisión española en el año 2004, que trata el tema de los abusos sexuales a menores, explicando las secuelas que esta terrible experiencia ha dejado en sus vidas y relatando el duro camino que han seguido sus protagonistas para superarlo. Marca un antes y un después puesto que los hace visibles.
Seguiré en próximos artículos hablando de este tema.