¿No te da la sensación de que últimamente la gente habla más de sexo que de amor? Es más fácil que un amigo te hable de las citas que tiene por Tinder que de sus sentimientos. ¿Se está devaluando el amor?
En una sociedad hipersexualizada, donde ya nadie se escandaliza si hablamos de relaciones abiertas, poliamor, sexo sin compromiso, porno, etc. Parece que el componente emocional pasa a segundo término.
Lo queremos todo rápido, fast-food, speed-dating, aplicación de citas y ya tengo plan para esta noche. Somos adictos a la velocidad, a la gratificación instantánea, estamos perdiendo la cultura del esfuerzo y la paciencia.
El efecto Tinder
Usar un catálogo de imágenes para escoger o descartar a una persona es apostarlo todo a la imagen, dejar de lado cualquier otro factor. ¿Puede funcionar una relación basada únicamente en atracción física?
Se añade el factor valía, ¿cuánto valgo? ¿Los matches que tengo? No es poco común acudir a estas aplicaciones para obtener un subidón de dopamina, la hormona de la recompensa, la misma que sentimos cuando nos hacen like en Instagram.
El problema es cuando expectativas y experiencia no van de la mano. Este juego es muy arriesgado, puesto que pone en peligro nuestra autoestima y nuestro estado de ánimo.
Otro de los problemas frecuentes de estas aplicaciones son los famosos ghosting, personas inmaduras con ninguna empatía, que no son capaces de dar la cara para decirle a la otra persona que sólo buscaban una noche de sexo.
No es de extrañar que no suelan salir relaciones con compromiso por parte de los usuarios. Teniendo tal catálogo de personas, ¿y si hay alguien mejor que aún no hemos descubierto y está ahí a un match de nosotros? Acaba provocando un síntoma similar al FOMO (fear of missing out), la famosa ansiedad generada por tener la sensación de estarte perdiendo algo en redes sociales.
Pero voy a romper una lanza a su favor, bien usado, da la opción a conocer gente interesante, se han formado muchas parejas. Para ello recomendaría que no sólo te fijes en la foto, aprovecha para leer en su perfil lo que esa persona tiene que aportar, cómo se define, aprovecha para chatear un tiempo, intenta conocer lo máximo posible a la otra persona, que sus valores y los tuyos estén en línea, que los dos busquéis lo mismo en el plano emocional…
Es importante que todos estos temas se hablen antes de enamorarse, porque entonces literalmente perdemos la cabeza durante un tiempo y no tendremos en cuenta factores tan importantes como que no estemos buscando lo mismo en la relación.
Sexo casual
Que conste que no estoy en contra del sexo casual o sin compromiso, siempre que sea algo consentido e informado.
El sexo casual es una forma de desahogarse, de conseguir placer, de que nos toquen, de recibir reconocimiento en el grupo, de sentirse desead@, valorad@, querid@. El subidón es innegable, dopamina y oxitocina por medio, en el momento la gratificación es instantánea.
Es imprescindible dejar de lado nuestros sentimientos en estas relaciones. ¿Pero hasta qué punto es eso posible? Nuestro cuerpo y nuestras emociones van de la mano, las emociones se muestran claramente a través del cuerpo y la relación es bidireccional.
Hay estudios como The Journal of Sex Research (2013) que demuestran que hay una clara asociación entre el sexo casual y la depresión. Las personas que practican sexo sin compromiso frecuentemente sienten un vacío, que a menudo ni ellos mismos saben identificar de dónde viene, acompañado muchas veces de ansiedad y aislamiento.
Amor
Abrirse al amor supone bajar la guardia, exponernos a la otra persona, arriesgarnos, ser vulnerables, además de estar dispuestos a dar y dedicar tiempo y atención a la relación.
Para iniciar una relación es imprescindible venir bien de casa, la relación puede destapar heridas emocionales, por lo que es importante hacer esta reflexión y curar nuestras heridas antes de embarcarnos en la relación.
Durante el enamoramiento perdemos el juicio, por eso, como comentaba anteriormente, es vital conocer lo máximo posible a la otra persona y constatar que compartimos fundamentos y que esa persona es buena para nosotros.
Una vez pasada la etapa del enamoramiento, que tiene una duración de año y medio aproximadamente, descubriremos si hicimos bien los deberes o, por el contrario, no compartíamos demasiado con la otra persona y no hay complicidad ni las bases para consolidar la relación.
Si lo hemos hecho bien, habrá bajado ese subidón que nos impulsaba al principio, pero no, eso no significa que haya acabado la relación, es el proceso natural al volver nuestras hormonas a la normalidad. ¡Por fin hemos recuperado el juicio!
La otra persona ya no es el centro de nuestro mundo, ¡eso es una buena noticia! Es el momento de consolidar la relación desde la calma y la voluntad. Empieza el viaje.