1. LAS MUSAS. Arantza Portabales

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No había visto llorar a mi madre hasta el día en que mi padre murió. Hay algo antinatural y sobrecogedor en el llanto de una madre. Uno no sabe cómo consolarla.

Papá murió un lunes de madrugada. Estiró su mano y agarró la de mi madre tan fuerte que le rompió los veintisiete huesos de su mano. Si le preguntas a mi madre cuál es el sonido de la muerte, te dirá que es muy semejante a un estallido de pajas secas. Ella, como pudo, se liberó de la mano inerte de mi padre. Luego se levantó, se aseó y se vistió de luto riguroso. A mi padre lo velaron en la biblioteca, rodeado de toda su obra: doce novelas, un libro de cuentos y tres ensayos.

Anochecía cuando llegaron ellas. Altas, hermosas y sutilmente transparentes. Así las recuerdo. La mayor de todas se acercó a darnos el pésame. Mamá, que llevaba toda la vida esperando este momento, levantó su mano sana y le dio un bofetón. “Ahora es solo mío”, dijo. Las musas, respetuosas, retrocedieron en silencio. De repente, sus ojos dorados se fijaron unánimemente en mí. Sentí sus voces susurrantes. La menor de todas se me acercó y me miró fijamente a los ojos.

Fue en ese momento cuando mi madre, totalmente vencida, rompió a llorar.

En Pocas Palabras

Arantza Portabales escribe un relato tremendo, con toques de realismo mágico, que habla de la entrega total al placer de escribir y, a la vez, del dolor de sentirte en segunda posición en el corazón de la persona que amas. De ser tan solo su segunda pasión. Habla de posesión, de celos. Y de derrota. A fin de cuentas, es un microrrelato de amor.

Lo mejor: La imagen de ese “estallido de pajas secas”

El apunte: Este microrrelato ganó el VI Edición del Microconcurso de La Microbiblioteca, de esta ciudad.

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