2. EL DE LA VERGÜENZA. Ernesto Ortega

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Los canapés fueron desapareciendo de la bandeja, hasta que sólo quedó uno. La conversación variaba de un tema a otro, sobrevolando siempre por encima del dichoso canapé, sin que nadie se atreviese a cogerlo. Venga, comeos el último, alentaba el anfitrión. Cómetelo tú, no, tómatelo tú, que yo no puedo más. Yo estoy lleno, decía un invitado. Y yo, repetía como el eco otro, y otro, y otro. Más de uno giraba la cabeza y lo miraba con gula, pero si algo sobraba en esa mesa era educación y así el triste canapé permanecía intacto, mientras la velada llegaba a su fin. ¿Os ayudamos? Los invitados, y sus abrigos, se marchaban y los anfitriones recogían. No os preocupéis, si no tardamos nada. Besos. Abrazos. Hasta la próxima. Todo estaba delicioso. Y así el canapé, revenido y frío, acababa sus días en una bolsa de basura. Será después, ya de noche, cuando un hombre al que los palos que da la vida le han quitado cualquier tipo de pudor, rebuscando entre los desperdicios de los contenedores algo que llevarse a la boca, encuentre el último canapé, ese que todos llaman el de la vergüenza.

En Pocas Palabras

El autor crea una escena que a muchos nos puede resultar familiar. Eso hace que te confíes, que te sea fácil identificarte con la situación. Y, de esa manera, al llegar el final, este también te golpee con más dureza. 

Ernesto Ortega escribe con mucha técnica. No sobran nunca palabras. Nada en sus microrrelatos está de más. Ni de menos.  

Lo mejor: Ese final que da título al relato.

El apunte: Este es uno de los dos relatos con los que aparecía en “De Antología. La logia del microrrelato”. Una colección de 69 autores, de los que luego se publicaron muchos libros del género.

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