Tiempos mejores vendrán. O quizás no.
En Can Barça seguro que no.
Parecía que nunca llegaría. Que siempre la armonía por el juego cubriría los aledaños del Camp Nou e impregnaría el ambiente de La Masía. Pero ya está aquí. Ha llegado y es para quedarse. Todos y cada uno de los culés pueden decir la famosa frase “todo tiempo pasado fue mejor´´.
El legado que Cruyff dejó en Barcelona, poco a poco, y gracias a alguna toma de decisión inexplicable, cae en el ostracismo más profundo y lejano. Atrás quedarán los días donde el resultado no lo era todo.
La marcha de Andrés Iniesta es otro paso más hacia el cambio de identidad que está sufriendo el club azulgrana. Como también lo fue la marcha de Carles Puyol, de Xavi y de Guardiola al frente del equipo. Como defensores y, ya últimos guardianes del estilo, quedan Sergio Busquets y Leo Messi. Larga vida a los dos.
La Masía, origen (incluso institución para algunos) de todo, y la mayor herramienta del FC Barcelona en los últimos 25 años no pasa por su mejor momentos. Y es que se ha convertido en un vehículo de renting, pasando a ser plan C o D del entrenador a la hora de encarar la temporada.
Aunque he de reconocerlo. La salida de Andrés es un duro golpe para mi. Bueno, para mi y para todo el que se define como amante de este deporte. Porque todos defendemos unos colores. Cada uno de nosotros sentimos apego hacia una camiseta. Pero cuando la pelota le llegaba a Iniesta, todos éramos de Andrés.
El manchego lo engloba absolutamente todo a lo que a juego puro se refiere. Él va más allá. Siempre dos o tres pasos por encima de sus compañeros. Viendo aquello que solamente los genios balonpédicos pueden ver. Y con esa sencillez que le caracteriza dentro y fuera del terreno de juego. El dorsal ocho quedará vacío para la posteridad.
Como si de un profesor de Universidad se tratase, y por encima de su Iniestazo en Stamford Bridge y el “¡Iniesta de mi vida!´´, el de Fuentealbilla ha dedicado su carrera a enseñar literalmente como se tiene que hacer las cosas en el verde. En cada pase, control o finta (por encima de todo, sus fintas) muestra al mundo que lo que hacen sus compañeros en el campo está mal ejecutado.
Y ya solo nos queda agradecerle los últimos 15 años de su vida por todo ello. Por cada momento, cada jugada y por todas y cada una de las lecciones que nos ha regalado.
Gràcies Andrés. Gràcies per tot.