Mi sueño

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Escrito por Toni Velasco Martí

Soy un urbanita que un día dejó una gran ciudad bulliciosa en la que había nacido para vivir en Barberá del Vallés. Aposentándome aún y preguntándome si había hecho una elección coherente, decidí salir a pasear. Era una tarde gris, caía una lluvia que invitaba a salir y bailar con ella, no había nadie por la calle. Me dirigí al casco antiguo, paseé por sus calles sin tener un rumbo fijo. Aparecí en La Románica, un bello lugar en el que se conjugan su iglesia, su cementerio y su historia. Tengo que decir que estar en esa zona fue una carga de paz, seguía lloviendo, no me importaba. Visité la zona con mis sentidos en máxima alerta como un recién nacido. Al llegar había visto una figura de mujer mirando el horizonte, inmóvil, bailando con esa lluvia con la que solo unos pocos sabíamos bailar. Una vez que acabé de ver la zona, decidí irme, cuando a mis espaldas oí una voz dulce y que transmitía paz: “Hola, ¿puedo ayudarte?”. Entonces supe que era MI SUEÑO, me giré para observar… y no vi a nadie.

Volví al día siguiente, todo estaba igual: la lluvia fina, mis sentidos al máximo, y algo que me produjo un escalofrío… aquella mujer. Por fin había encontrado aquella voz que durante horas me hizo soñar. No supe qué hacer ni que decir, me quedé petrificado, mi corazón palpitaba a un ritmo poco usual. Cuando recobré la cordura volví a sentir las mismas palabras… “Hola, ¿puedo ayudarte?”. Me di la vuelta para verla, de nuevo había desaparecido. Miré por todas partes, incluso llegué a pensar que mi cerebro estaba jugando conmigo, recuperé mi cordura y ella estaba allí, inmóvil, sus ojos transmitían una sensación de paz indescriptible, su cuerpo erguido como una estatua. Ella no rompía el silencio de aquel lugar.

Puedo asegurar que bajo aquella lluvia que la embellecía me pareció estar fuera de este mundo.

Tuve la gran suerte de hablar con ella, he de decir que su voz sosegada y serena y siempre con el mismo tono, en ocasiones me daba un poco de miedo. Hablamos de lo divino y lo humano, me sentía en paz, yo creo que hablamos durante horas. Sus silencios eran el preludio de una conversación con mayor énfasis. Me contó historias. Seguía lloviendo, me fijé en su rostro, aquella lluvia embellecía más aquel rostro que me tenía anonadado. Cuando acabamos de hablar y se hizo el silencio, MI SUEÑO desapareció.

Me encontré en aquel banco solo, la lluvia fina y una sensación de paz indescriptible… PERO FELIZ.

Cuando llegué a casa y colocaba las cosas del traslado en su lugar, mi mente me volvió a jugar una nueva pasada, me trasladó al momento en que conocí a aquella bella mujer. Su compostura y sus historias y lo más importante… su forma de contarlas fueron el detonante de que mi mente me gastara aquella broma pesada, por otra parte, agradable. Seguí colocando las cosas del traslado en su sitio, pero mi mente estaba puesta en aquel bello lugar, La Románica, y recordaba mi encuentro con MI SUEÑO. Empezaba bien mi nueva vida en Barberá del Vallés. Al día siguiente, y cumpliendo mis deberes ciudadanos, me fui al ayuntamiento a empadronarme en el municipio.

Me fijé en las fachadas, una de ellas tenía los ventanales de un estilo diferente, mi curiosidad y las historias que mi sueño me había contado habían dejado huella en mí, e hicieron el resto. Me informaron que había sido un pabellón de deportes, mi sueño me llevó a conocer lugares de esta población como antiguas masías, castillos y caballerizas, además de antiguas leyendas.

 

 

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