Hace un par de semanas murió Julio Anguita González. Maestro de escuela y político, ex coordinador de IU, a la que llevó a conseguir los mejores resultados de su historia. Tras su fallecimiento, Anguita ha recibido palabras de elogio desde todos los partidos, que han resaltado la integridad de su persona, algo extraño en los tiempos que corren.
Anguita luchó por eliminar la pensión vitalicia que poseen los congresistas y renunció a ella, cuando se reincorporó a su plaza de maestro en Córdoba. Luchó de manera incesante contra la corrupción, denunciando las puertas giratorias que la gran mayoría de sus compañeros utilizaban para no regresar a sus puestos de trabajo anterior, acabando en grandes compañías y devolviendo así favores ejercidos en sus mandatos.
Anguita no era monárquico, pero respetó la figura del rey mientras ocupó su cargo electo, aunque siempre defendió que esta figura debía ser abolida.
Anguita fue leal a su pensamiento y a las instituciones, y además fue el precursor de la frase “programa, programa, programa”. Esa frase quería explicar que por encima de ideologías, se ha de buscar acuerdos concretos programáticos con otros partidos, cualquiera que sea su color. Esa exigencia, provocó justamente sus más feroces críticas dentro de su propio partido.
Precisamente, el gobierno del cambio que se produjo en Barberá la legislatura anterior (PCPB-EaB-CUP-ERC-Podemos) se basó en trabajar los puntos de encuentros programáticos. Se cierra paréntesis.
La diferencia de Anguita con el resto, es que buscaba la reflexión del pueblo para que pudiera sacar sus propias conclusiones y escogiera el voto en base a toda la información recibida. Estuvo a favor del derecho a decidir de los pueblos, pero también de explicar los pros y los contras que significaba eso. Trató por igual a los dos nacionalismos que sufrimos hoy de manera más acuciante, el español y el catalán. A ambos los trató con igual dureza y se mostró partidario de un modelo republicano y federal.
Que la ciudadanía sea culta, esté bien formada e informada en las escuelas y universidades era la base para Julio. Sólo así, se puede huir de los populismos. Se fue Anguita y con él un líder diferente, que buscó no ser paternalista con el pueblo, sino empoderarlo para que eligiera su propio destino, y sobre todo, alguien que respetó por encima de todo las instituciones democráticas tan devaluadas hoy. Esa faceta lo llevaría a ser incluso parodiado como Don Quijote, en las antiguas Noticias del Guiñol de Canal Plus. Idealista como ninguno, perseverante, y sereno, aunque supiera que se iba a estrellar contra los molinos de viento.
Por encima de su ideología, quiero resaltar la figura de este profesor, por su humildad, por su capacidad de liderazgo y sobre todo por su educación y señorío. Y para muestras un botón: su manera de protestar por la muerte de su hijo, periodista de EL MUNDO fallecido en la guerra de Irak fue un artículo titulado Malditas sean las guerra y los canallas que las hacen.
Hoy una gran preocupación política y ciudadana es que el fútbol vuelva cuanto antes.
¿Imaginan qué diría Anguita?
Gràcies Javier pel teu article. Que bé que t’expliques, que interessant el que descrius d’Anguita. Quina llàstima que no hàgim après de persones com ell i que marxem cap a la pobresa cultural i humanitària.
Gràcies Agnès pero les teves paraules. Comparteixo amb tú que anem i tenim una incultura del poble que d’alguna forma interessa a les elits polítiques. Salutacions.
Gràcies pel comentari Agnès.