Vivimos momentos de cambios históricos, económicos, sociales y políticos que van a marcar el devenir de la humanidad en las próximas décadas. Las reglas del juego han sido pulverizadas por el Covid-19 y la humanidad empieza a escribir un nuevo libro sagrado sobre el que se construirá el nuevo mundo. Nada está decidido y todo se está decidiendo. Sea por capricho de la naturaleza, o por conspiraciones mundiales, algo que nunca sabremos, el nuevo orden mundial empieza a cambiar. Es momento de elegir y medir bien nuestras decisiones y para eso necesitamos políticos de nivel que decidan ahora el presente y futuro que nos espera. Las venideras elecciones serán claves, al menos en los estados llamados democráticos, aunque esa definición daría para otro artículo que igual un día me decido a escribir.
¿QUÉ ESTÁ EN JUEGO?
Si ampliamos mucho el foco de visión, ustedes empezarán a ver las cosas que realmente se están jugando. Mientras los pueblos lamentamos los miles y miles de muertos, que son muchísimos más de los que las cifras oficiales nos dicen, la partida trata de quién va a mandar en el nuevo mundo tras la inminente gran depresión económica global. China parece que va a dar por fin el sorpaso a los EEUU como primera potencia económica mundial. Auguro que no lo van a llevar bien los americanos, que aún no han dicho la última palabra. Tras perder la batalla tecnológica del 5G a manos de la potencia oriental, estoy convencido que es cuestión de tiempo, se declare una guerra armada entre ambos. Veremos entonces qué países intervienen y cómo se recomponen los bandos, pues Europa, aliada de EEUU en la OTAN, está recibiendo la ayuda de China con material sanitario y flirtea hace tiempo, de la mano de Macron, con una Rusia que ya ha llevado a Italia ayuda humanitaria. Examen final para una Unión Europea que veremos desaparecer sino actúa de una vez por todas como una única entidad política ayudando a sus países más afectados como somos España y la vecina Italia y poniendo una política económica común para salir de esta depresión que ha empezado. Sin unión, habría un terreno perfecto para que nuevos dictadores puedan subir a los gobiernos de muchos países. Son momentos de gran conmoción emocional de la población, de una pobreza que va a crecer exponencialmente, prueba de ellos es la renta básica universal que se pondrá en marcha, y de una falta total de liderazgos políticos que ya nos ha enseñado la historia es el abono ideal para que emerjan nuevos estados autocráticos nacionalistas, que empuñando la bandera de turno y jugando bien con el miedo del virus harán retirar libertades y darán esperanza a un pueblo que se venderá barato. Italia, Hungría, Alemania o España ya cuentan con nacionalismos en auge y que auguro subirán más. También lo hará el catalán, que ya mueve ficha cada día buscando la ansiada independencia. Mientras lloramos a nuestros mayores y no tan mayores, y que murieron solos en los hospitales, residencias o algunos incluso en sus casas, los de arriba juegan su partida de ajedrez, repartiendo el nuevo pastel.